La tristemente célebre “circuncisión” femenina que se practica
en ciertos países africanos fue prohibida en la redacción de la nueva
constitución de Somalia.
En
una medida que alegró a numerosos grupos de activistas y sobre todo
beneficiará a miles de mujeres, la nueva Constitución de Somalia prohíbe
en el país la mutilación femenina, conocida como una especie de
tortuosa “circuncisión” que 9 de cada 10 mujeres sufren cuando aún son
menores y en obediencia a cuestionables costumbres culturales.
La prohibición legal es el primer paso
para erradicar esta práctica, pero, a decir de Fatima Jibrell, abogada
que defiende a quienes la han padecido, también serán necesarias medidas
educativas, de toma de conciencia e incluso previsiones legales todavía
más estrictas.
En Somalia la mutilación femenina más
usual es la infibulación, que la Organización Mundial de la Salud define
como “la remoción de parte de todo la genitalia externa (clítoris,
labios menores y labios mayores) y la costura o estrechamiento de la
abertura vaginal”.
Por otro lado, estadísticas al respecto
aseguran que entre 100 y 104 millones de niñas viven mutiladas
genitalmente, 92 millones en África. Médicamente, los riesgos y efectos
secundarios de la circuncisión son sangrado severo, infecciones e
infertilidad, además de complicaciones obstétricas, hemorragia
post-parto y mortalidad infantil. Investigaciones recientes también
sugieren que quienes sufren este procedimiento son más proclives a
enfermedades mentales como el desorden de estrés post-traumático.
Algunas de estas consecuencias, por cierto, son crónicas, y acompañan a
la mujer por el resto de su vida.
En cuanto a las reacciones a la
prohibición, existe la posibilidad de que la medida legal se reciba con
reticencia. Según Jibrell, “muchos hombres y mujeres se opondrán por
cuestiones de cultura, de Islam o de castidad”.
“Nuestros hombres no tendrán niñas con
quien casarse porque no puedes casarte con una mujer incircuncisa si
eres un verdadero hombre somalí”, agregó la abogada.
De cualquier forma, aunque es evidente
que las mujeres en Somalia y otros países del mundo todavía tienen mucho
trabajo por hacer a este respecto, la prohibición constitucional parece
un buen primer paso en la erradicación de tan nefasta medida de
sometimiento al cuerpo femenino.