Esta vez, el fraude, de haberlo, no será
directamente en las urnas o durante el conteo. El chanchullo seráantes,
con boletas pre-llenadas.
En su más reciente encuesta,
el diario Reforma “entró al aro”. Tras haber publicado, hace unas semanas, un
“empate técnico” entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, cambió la tendencia y el primero aparece como con las demás casas encuestadoras a 12 puntos por arriba del segundo.
¿Qué pasó?
¿El periódico de los Junco fue “maiceado”?
¿La editorial se dio mejor cuenta de donde estaban sus intereses? ¿Se
equivocó en el primer sondeo? ¿El error fue en el segundo? Todas estas,
preguntas para “la araña” que, nunca jamás serán contestadas y menos aún
explicadas.
Berumen y asociados entregó información a un grupo universitario que, con base en los datos proporcionados, anunció una
clara ventaja de AMLO sobre
el candidato priísta. Inmediatamente, el encuestador puso el grito en
el cielo y declaró que había errores de interpretación. A mí, en la
escuela primaria, me enseñaron que dos más dos eran cuatro y que la
aritmética era una ciencia exacta.
Lo anterior me recuerda aquel chiste que corría por los pasillos de la
facultad de Comercio y Administración, allá de los años setenta. Le
preguntaban a un administrador y a un contador cuanto eran dos más dos.
Mientras el primero respondía, sin dudar, “cuatro”, el segundo pensaba
un rato su respuesta y contestaba: “¿cuántos quiere que sean?”.
Siento que, en mucho, eso es lo que les sucede a las diferentes casas encuestadoras. Entendamos que,
por más objetivas, científicas y serias que sean, tienen que comer. Tienen
nómina, accionistas y, sobre todo, clientes. Con el pretexto de que una
encuesta “es una fotografía del momento”, se curan en salud, por si
acaso las cifras finales no les salen como planeado.
Claro está,
existe otro tipo de mediciones: los “simulacros” que se han realizado en diversas universidades y
los sondeos desarrollados por las redes sociales. Me dirán que estos
ejercicios no tienen ningún valor “científico” y no se rigen por ninguna
metodología aceptada por el IFE. Sus resultados, sin embargo, lo ponen a
uno a pensar…
Hace unos años (seis para ser exactos)
, en la escuela en que trabajaba, un profesor de comunicación política armó un “simulacro” de ese tipo. Para mi enorme sorpresa (soy hijo del 68 y de ideología liberal),
ganó Felipe Calderón… Con esa base (no científica y sin rigor metodológico), ese día
supe que el PAN iba a ganar la elección. Lo supe con más certeza que la que me pudiera dar cualquier casa investigadora.
Era la “vox populi”, la “vox Dei” (la voz del pueblo, voz de Dios).
Mientras
el IFE, finalmente (ya era hora),
dice que va a explicar a cabalidad cómo se debe votar
(la mecánica del asunto) los medios de comunicación, más allá de
Televisa y TV Azteca se han unido (iba a escribir coludido) para dar una
enorme difusión a los resultados de las encuestas “oficiales”.
“Todo está blindado” nos dicen. “No existe la menor posibilidad de que haya fraude”.
Sí Chucha. ¿Y las actas duplicadas que andan circulando? ¿Y la lana que
está lista para “recompensar” a los “buenos” ciudadanos?
Esta vez,
el fraude, de haberlo, no será directamente en las urnas o durante el conteo. Es evidentemente muy difícil, por no decir imposible. El chanchullo será antes, con
boletas pre llenadas y con coacción.
Sólo esperemos que,
durante el conteo rápido y el PREP se hagan las cosas bien. ¿Recuerda
usted lo que ya ha pasado, y cómo, a veces, el Norte del país se tarda
en hacer llegar sus resultados, mientras que los de pueblitos perdidos
en la sierra de Oaxaca se conocen casi instantáneamente?
La burra no era arisca…la hicieron
por..Bernardo Stril Kremper