En años recientes el culto a la Santa Muerte ha tenido un explosivo crecimiento en México. Lo anterior coincide con que la iglesia católica ha ido perdiendo terreno en este país, históricamente una de sus mayores y más devotas trincheras. Tomando en cuenta dicho escenario, no resulta sorpresivo que el Vaticano se lance frontalmente en contra de esta práctica.
En su reciente visita a suelo mexicano, el Cardenal Gianfranco Ravasi, Ministro Cultural del Vaticano, etiquetó en forma oficial como una blasfemia el acto de venerar a la Santa Muerte: ”La mafia, el narcotráfico, el crimen organizado no son formas religiosas. Aunque se use a la Santa Muerte de una forma religiosa, no es parte de la religión. Es un elemento blasfemo. Esta es una degeneración, no una religión.” advirtió Ravasi.
Paradójicamente el supuesto motivo de la visita del Cardenal es propiciar el primer diálogo entre creyentes y no creyentes. De acuerdo con la agencia AP,  Ravasi aprovechó para opinar sobre el crimen organizado, fenómeno que en México tiene como principal embajador a los grupos dedicados al tráfico de drogas: ”El crimen organizado no es cultura sino anticultura. Es importante combatir no solamente a base del estado, a nivel policial las formas de criminalidad. El elemento decisivo es la educación, la formación de un nuevo modelo humano”.
El culto a la Santa Muerte es frecuentemente asociado con criminales y narcotraficantes. Sin embargo, más allá de juicios morales o culturales, lo cierto es que resulta un fenómeno sociocultural notable e interesante, e incluso ha generado pasión entre diversos antropólogos, sociólogos e investigadores.