En una alevosa “vampirización cultural “, la industria del pop,
cantantes como Shakira y Madonna, han recurrido recientemente al saqueo
de los ritmos locales para convertirlos en la base de sus millonarios
éxitos.
Hace un par de días el periódico El País
publicó una interesante investigación realizada por Víctor Lenore sobre
cómo la industria del pop basa muchos de sus millonarios éxitos en
creaciones de artistas marginales o que no cuentan “con la poderosa
máquina empresarial” de las grandes luminarias, esto sobre todo en el
caso del pop latinoamericano de proyección internacional, de cantantes
como Shakira o Diplo. Justificadamente, Lenore llama a este
procedimiento un “mecanismo de desposesión cultural”.
Es un patrón típico
del pop actual: la estrella occidental se inspira en la música de las
zonas pobres, dándola a conocer en todo el planeta, pero las barreras de
la industria impiden que los artistas modestos cosechen el
reconocimiento que merecen.
Los ritmos de las favelas brasileñas, de
los reguetoneros dominicanos y de ritmos nacidos en la experimentación
vanguardista de quienes no tiendo nada que perder se arriesgan en la
creación de lo nuevo. Una apropiación alevosa que deja grandes ganancias
a los productos de la mercadotecnia y poco o nada a los creadores
originales, quienes, las más de las veces, siguen hundidos en la miseria
y el anonimato.
Los señalamientos del periodista ayudan a
entender un poco la suspicacia de muchos frente al intento de
fortalecer los derechos de propiedad intelectual, pues se intuye que
estos serán aplicables únicamente entre quienes tienen los medios
económicos para hacerlos valer.