Si bien la identidad de los acusados se
ha mantenido en secreto, se sabe que además de los cuatro que recibieron
sentencia a muerte, dos más se han hecho acreedores a cadena perpetua,
mientras que otros 33 pasarán los próximos 25 años en la cárcel. A pesar
de que con frecuencia las férreas leyes de los países islámicos son
cuestionadas por el resto del mundo, lo cierto es que esta vez los
ciudadanos de muchos países envidiarían la tajante pena que el gobierno
de Ahmadinejad ha impuesto contra la voracidad de estás personas (el
mismo nefasto instinto que ha provocado múltiples crisis financieras
alrededor del planeta). ¿O no?