La CIA controla tráfico de drogas y no quiere que acabe, revela funcionario mexicano
Al Jazeera revela declaraciones de vocero del
gobierno de Chihuahua, quien señala que la CIA es parte del narcotráfico
y busca continuar este jugoso y macabro negocio.
La sospecha popular de que el
narcotráfico no es meramente un dominio salvaje de mafias criminales
locales glorificadas que logran poner en jaque a un gobierno sino un
sistema organizado desde el poder estatal y algunas corporaciones,
específicamente bancos que lavan el dinero de estos cárteles, ha venido
confirmándose recientemente. El caso de HSBC, uno de los bancos más
grandes del mundo, involucrado en lavado de dinero del narco mexiano,
bajo concocimento de sus más altos ejecutivos, es un indicio revelador
de lo que parece ser una estructura oligarquica del tráfico de
sustancias ilegales –y armas– que cuenta con el visto bueno de
dependencias dentro de los gobiernos de distintos países.

Al Jazeera también entrevistó al
profesor Hugo Almada Mireles, de la Universidad Autónoma de Juárez. “La
guerra contra las drogas es una ilusión. Es parte del raciocinio para
invadir América Latina”, dijo Almada, quien citó como referencia la
operación “Rápido y Furioso” en la que el FBI vendió armas a criminales
mexicanos supuestamente para poder rastrear estas armas.
Desde 1996 el diario San Jose Mercury
documentó el papel de la CIA moviendo cocaína colombiana vía Nicaragua,
para inyectarla en los ghettos de Los Angeles, dando pie a la fiebre
del crack.
En Pijama Surf hemos explorado antes esta posible filiación entre la CIA y el narco, aquí y aquí y aquí.
Si bien en México es cosa sabida que el
narco ha corrompido las instituciones (o las mismas instituciones han
generado el narco), el papel de la CIA y del gobierno de Estados Unidos
provocando magnicidos en el territorio mexicano no ha sido del todo
dimensionada. De ser cierto que la CIA es, a fin de cuentas, parte de la
estructura del narcotráfico, los mexicanos estarán viviendo en una
terrible ilusión, gastando miles de millones de pesos de los
contribuyentes para representar un sangriento simulacro violatorio de la
autonomía nacional.
Esto evidentemente explica las leyes de
prohibición de plantas medicinales como la marihuana, capitalizadas y
desvirtuadas dentro de una mafia lacerante de la psique colectiva (recordemos la celebración de narcotraficantes en el 50 aniversario de la prohibición promovida por la ONU). Hace poco mas de un año nos adentramos a repasar la historia de la criminalización de la marihuana confirmando
un complejo entramado en cuyo centro confluyen múltiples intereses
corporativos y gubernamentales bajo la fachada de una moralina e
hipermediatizada “guerra contra las drogas”.
En síntesis, este fenómeno revela la
existencia, y sí las teorías de la conspiración aplican, de una especie
de élite que hace negocio con las vidas de los ciudadanos comunes y
corrientes, afianzada en su control de los bancos, las policías, y los
medios de comunicación. El narco tal vez sea el mayor negocio del mundo,
y aquellos que lo cosechan en su máximo caudal, no son los capos que
salen en las noticias, son algunos de lo más altos funcionarios y
empresarios.
¿Cómo es posible que tras décadas de
combate, miles de millones de dólares utilizados, monumentales recursos
humanos y de inteligencia, y una tenaz propaganda, en contra del
narcotráfico, los resultados que arroja esta cruzada sean el aumento de
consumo, distribución y, en particular, ganancias, de esta actividad?
Esto solo puede explicarse si tras bambalinas los grupos más influyentes
(bancos, coloraciones, gobiernos) se benefician de algún modo de la
subsistencia del narcotráfico. Pero ¿estas son las instituciones a las
cuales debemos rendir respeto y acatar sus decisiones?