Uno de los gatos más amados de William S. Burroughs, Marigay, su
“gato sagrado”, desarrolló en algún momento leucemia felina, de la cual
se curó solo gracias a una mezcla de hierbas curativas conocida entre
los indios ojibwe como té de Essiac.
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William S. Burroughs con su gato Ginger, en el patio trasero de su casa en Lawrence, Kansas.
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William S. Burroughs con su gato Ginger, en el patio trasero de su casa en Lawrence, Kansas.
Como sabemos, la medicina alternativa
cuenta en su historia con varios ejemplos de personas que, padeciendo
alguna enfermedad, se ven libres de esta gracias al consumo no de
medicamentos elaborados por las grandes farmacéuticas, sino de plantas,
hongos u otros elementos afines que, administrados de acuerdo al
conocimiento secular que se tiene de ellos, traen consigo el beneficio
de la cura, una consecuencia todavía más sorprendente cuando se trata de
padecimientos que usualmente consideramos graves e incluso terminales.
Y si bien no se trata de una persona
como tal, este fue el caso de Marigay, el gato que William S. Burroughs
no dudaba en calificar de “sagrado”.
Tratándose de mascotas Burroughs fue
sobre todo un hombre de gatos, de los cuales tuvo varios a lo largo de
su vida. Incluso se cuenta que alguna vez Allen Ginsberg le preguntó a
Burroughs si querría ser amado y este, como hablando consigo mismo,
respondió: “Depende… ¿por quién o qué? Por mis gatos, definitivamente”.