La realidad copiando la ficción: desde hace unos días una
devastadora plaga de langostas ha invadido el territorio de Israel,
nubes de millones de insectos provenientes de la frontera con Egipto que
ya han perjudicado campos de cultivo y otras actividades rurales y
urbanas.
En un hecho de inevitables asociaciones
catastróficas y bíblicas, en estos último días el territorio de Israel
se ha visto asolado por una plaga de langostas que proviene de la
frontera con Egipto, justo el país donde, según el Éxodo, ocurrieron las
diez plagas con que el Dios de los judíos castigó al faraón por
mantener esclavo al pueblo elegido. En el caso del relato religioso, las
langostas fueron la octava maldición, precedidas por una lluvia de
fuego y hielo y seguida de la oscuridad.
En el caso de la actual, ha sido la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) la que alertó sobre las condiciones que podrían
propiciar la invasión de los insectos, en particular el factores
relacionados con el viento y el clima.
Por su parte el Ministerio de
Agricultura del gobierno de Israel estableció una línea de emergencia
para reportar concentraciones alarmantes de langostas e insectos afines.
En Kmehin, una población rural al sur del país, en las inmediaciones
del desierto de Negev, se reportó la presencia de enormes y ominosas
nubes conformadas por millones de especímenes.
Productores locales de papas y
transportistas ya han resentido los perjuicios de este fenómeno: los
primeros por la pérdida de sus cultivos y los segundos por la
obstrucción de la visibilidad para manejar que representa la presencia
de los animales.
Según el Ministerio, esta es la peor
plaga de langostas desde 2005 e incluso peor que una legendariamente
nociva registrada en la década de los 50.