Las sociedades cambian y los idiomas también. Conoce algunas palabras
que antes hubieran sonrojado a las buenas conciencias y que hoy son muy
comunes
Los idiomas son seres vivos en constante
cambio: una palabra que durante una época designa un tabú puede cambiar
su sentido y normalizarse. La misma palabra tabú es un buen
ejemplo: una de sus probables etimologías viene del polinesio y designa
la prohibición de tocar algo: así, el “no tocar” del tabú cambia de sentido en Europa para designar aquello de lo que no se puede o no está bien visto hablar.
En lenguas como el francés, la palabra foca (foque) designa en ciertos contextos a los homosexuales de manera despectiva, y el inglés para premio (token) era, en el siglo XIX, una forma eufemística de referirse a las enfermedades de transmisión sexual (token of affection, así, no era tanto una “muestra de mi afecto”, sino eso que estás pensando justamente).
Del mismo modo, la palabra “fascinar”,
que hoy designa una sensación de asombro o encanto, en la Roma antigua
designaba a un pequeño amuleto en forma de pene, el fascinus, que se utilizaba para producir un hechizo amoroso (el fascinare).
En cierto modo, se diría que “fascinar” a alguien era el equivalente a
hipnotizar a alguien a la distancia con un pequeño pene mágico.
En un contexto bíblico, los verbos
“acostarse”, “echarse”, “conocer”, “yacer” y “descubrir” suelen ser
eufemismos que aluden a una relación sexual, como en el Deuteronomio 27:20:
“Maldito el que se acueste con la mujer de su padre, porque ha
descubierto la vestidura de su padre”. Los pies también suelen ser
formas de encubrir un encuentro sexual. Cuando Noemí pide a Ruth que
vaya a “descubrir los pies” de Booz, puede leerse como un ofrecimiento
erótico. “Descubrir la desnudez”, como en el Génesis 9:20-24, tiene también un sentido sexual.
Un ejemplo más reciente de cómo una palabra puede cambiar de significado y dejar de ser tabú es el adjetivo earnest,
que en el inglés de nuestros días significa solemne, sincero, así como
decir algo seriamente. Pero en los tiempos del gran escritor Oscar
Wilde, autor de The importance of being Earnest, esta palabra era
un guiño para referirse a la homosexualidad. “Cecily”, otro de los
personajes de la obra (que en español fue traducida como La importancia de llamarse Ernesto,
lo que le quita la sutileza semántica), era una palabra para referirse a
los proveedores de servicios sexuales masculinos. Del mismo modo, la
palabra gay pasó de significar “alegre” o “gozoso” a designar a los homosexuales, y en la Inglaterra del siglo XV, la palabra occupy (ocupar) tenía el mismo sentido que hoy tiene “penetrar”.