En España un médico veterinario de origen argentino practicó una
cirugía de liposucción sobre su propia esposa, la cual sin embargo
devino en la muerte de la mujer; para ocultar la evidencia, el hombre
llevó el cuerpo descuartizado al incinerador que acostumbra usar para
los animales de su clínica.

Los hechos ocurrieron el pasado 28 de
marzo en Benijófar, Alicante, en donde Marcelo G., de 46 años, ejerce su
profesión. Hasta ahora no se sabe en qué condiciones su esposa accedió a
reducir su obesidad con una operación practicada por el veterinario,
pero el trágico desenlace es incontrovertible. Por un par de días el
hombre intentó ocultar a sus hijos la ausencia de su madre, pero al
final se entregó motu proprio, quién sabe si azacaneado por la culpa y el remordimiento.
Curiosamente hasta ese momento, al menos
exteriormente, todo marchaba a su favor, pues el cuerpo seccionado
había sido recibido sin sospechas por el personal del incinerador, dada
la confianza que tenían en el médico. Con todo, el hombre asegura que él
no fue el causante de la muerte de su esposa, sino que encontró su
cuerpo ya inerte en la clínica veterinaria, supuestamente con indicios
de que se había sobremedicado.
Sea como fuere, el hombre ya se
encuentra en manos de las autoridades judiciales locales, quienes
decidirán sobre su responsabilidad en los hechos.