
El inesperado anuncio de renuncia de Benedicto XVI al papado, supuestamente por motivo de salud, ha despertado las dudas de si no se trata en realidad de un asunto político, sobre todo en vista de la relación de Joseph Ratzinger, desde sus días como gran inquisidor, con los escándalos de abuso sexual contra niños por parte de sacerdotes católicos.
Vincenzo Pinto/AFP


Sin embargo, en vista de la situación
por la que atraviesa la Iglesia católica desde hace algunos años y,
dentro de esta, sus cúpulas —los escándalos de sacerdotes pederastas que
se presentan y se multiplican en todo el mundo y que, como en el caso
de Marcial Maciel, se extienden incluso (o sobre todo) en los círculos
más influyentes y selectos del poder jerárquico; la poca transparencia
en sus finanzas, la pérdida de fieles y otros problemas no menos
preocupantes— ha despertado preguntas sobre los verdaderos motivos
detrás de la dimisión, si, quizá, se trate en realidad de una retirada
de causas y consecuencias políticas más o menos bien pensadas.